sábado, 11 de enero de 2014

METALES ARQUEOLÓGICOS. UNA PROBLEMÁTICA DIFERENTE (I).

Una de mis grandes pasiones es la intervención sobre material arqueológico. Sus peculiares características hacen de cada pieza un verdadero reto.

 

 

No debemos suponer que un material que ha estado enterrado durante siglos tenga que ser pasto de la degradación hasta desaparecer. Es cierto que bajo tierra son muchos los agentes que pueden acelerar el deterioro de un objeto (agua y sales presentes en el subsuelo, demasiada acidez o alcalinidad del propio suelo, bacterias, roedores, raíces de plantas y árboles...).  Pero también es cierto que por permanecer bajo tierra algunos objetos pueden llegar a lograr una cierta estabilidad y una protección que se rompen en el mismo momento en el que se extraen durante la excavación arqueológica. Los materiales pasan de un estado casi o totalmente anaeróbico a otro en el que el oxígeno y la luz solar comienzan rápidamente a ejercer su acción degradante.

 

 

El oxígeno es fundamental para que se desaten reacciones químicas que desembocarán en la producción de corrosiones y en la oxidación de diversos materiales. La luz solar y sobre todo los rayos ultravioletas e infrarrojos que contiene son realmente perjudiciales para los materiales orgánicos (pieles, huesos, marfiles, tejidos...).

 

A continuación muestro algunas de mis intervenciones sobre material arqueológico metálico.

Los metales arqueológicos suelen presentar corrosiones muy diversas ya que según las condiciones del subsuelo van cambiando químicamente convirtiéndose en otras diferentes (carbonatos, óxidos y cloruros, entre otros).

 

Es vital para la obra saber reconocer todas esas corrosiones y determinar cuáles deben ser retiradas y cuáles son más estables y pueden permanecer. Debemos tener en cuenta también que la corrosión no es más que una transformación química del propio metal que forma la obra, por lo cual, es parte constitutiva de ella y nos puede dar información sobre su forma y volumen originales.

 

Un mundo apasionante, os lo aseguro, sobre todo cuando comparas el estado inicial con el final.

restauracion-metal-arqueologico-arqueologia-Leon   restauracion-metal-arqueologico-arqueologia-Leon

Las diferentes capas de corrosión en esta moneda de época romana impiden cualquier tipo de identificación numismática.



restauracion-metal-arqueologico-arqueologia-Leon   alt="restauración metal arqueológico, arqueología, León"

Durante la intervención se pudo observar que la moneda presentaba restos casi inapreciables de tejido en su superficie y que habían quedado encapsulados por una gruesa capa de corrosión formada por carbonato de cobre. Tras la disolución química del carbonato se pudieron identificar las fibras bajo el microscopio, determinando que se trataba de un tejido de lino o cáñamo.
Este es un ejemplo de cómo los hallazgos de los restauradores durante su trabajo pueden ser de gran utilidad para otros especialistas (arqueólogos, historiadores...).



restauracion-metal-arqueologico-arqueologia-Leon

 A pesar de ser una pieza muy deteriorada se pudieron obtener algunos resultados de interés.  En esta foto del anverso de la moneda ya se puede identificar un rostro humano y que servirá a arqueólogos y numismáticos para poder analizar su iconografía y tratar de darle una cronología lo más precisa posible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario